Gerard Kloppel 

Gérard KLOPPEL nació en 1940, en un barrio residencial de la periferia oeste de París, en Puteaux. Realizó sus cursos universitarios, como parte de unanecesidad intelectual; cuando los terminó, aquella se convirtió en una necesidad espiritual. Pero esa necesidad espiritual es muy difícil de aceptar si no la ve uno mismo. Y si uno toma esa decisión, es necesario hacer una desconexión en un determinado momento para decir: «Me decido por aquella».

En efecto, si analizamos sus estudios (fue Doctor en Psicología, experto en recursos humanos y psicoterapeuta), percibimos que ya había decidido tomar la senda hacia eso que es «el Hombre».

Iniciado en 1963 en la Logia Papus, al Oriente de París, de la Gran Logia de Francia; después, en 1972, en la Logia Hermes, en el Rito de Menfis-Mizraim; luego, rápidamente alcanza el Grado 33º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (1976). En realidad, es en 1976 cuando aborda la esencia del Rito de Menfis-Mizraim, que es, para mí, el Rito que unifica con mayor intensidad las diferentes «materias» que existen en los otros «caminos» masónicos; que son: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA), el Régimen Escocés Rectificado (RER), el Rito Francés Antiguo (REA), etc...

Cuando tuve la ocasión de encontrarme con Gérard KLOPPEL, malhumorado en sus últimos años de vida, hace unos cuatro o cinco años, descubrí a un hombre que soportaba, en sí mismo, el peso de los años al haber tenido que convertirse en una especie de Guía; capeando las dificultades que representaba el dirigir una Obediencia. Y decimos dificultades; pues, si tenemos en cuenta que era el Gran Hierofante Internacional, él era el garante de todas las resoluciones a tomar, de todas las iniciativas, ya fueran filosóficas o masónicas; y, además, debía interiorizar todo aquello, por ser el referente espiritual del Rito. No es nada fácil ser un Gran Maestro, el que dirige una Obediencia Nacional; es decir, a todos los Hermanos, a las Logias y a las diferentes Secciones y Jurisdicciones. Pero si a eso añadimos que sea Internacional, hay que extenderlo a todas las regiones de ambos Hemisferios; lo cual, se convierte en una dura carga llena de responsabilidad. A mi parecer, el Rito de Menfis-Mizraim tiene la particularidad, en el momento actual, de poder convertirse, antes que otros, en el «camino» masónico más ecuménico, más extenso y más verdadero; pues no necesita buscar allí donde hay una potencial respuesta, para recordar o desvelar a la sociedad aquello en lo que debe perseverar, porque no precisa actuar directamente en la política o en la economía para mostrar o interpretar una vía individual. Precisamente, es en esta vía en donde se debe actuar; porque en este Rito se precisa de la acción personal, que deberá impulsarse con la considerable Fuerza que existe en la Voluntad de un hombre, por lo que se precisará de una búsqueda interior, sobre uno mismo, teniendo por finalidad el descubrir qué es el Universo y qué son los Dioses. Por lo tanto, el Rito de Menfis-Mizraim es un camino iniciático que conduce directamente al interior del propio Hombre; pero es ese individuo el que debe integrarse en esa sociedad, de la que no puede abstraerse por más que lo intente o desee.

Y yo me pregunto: ¿Acaso ese hombre razonable que somos todos los días, en el seno de la sociedad, es un hombre racional? SÓCRATES, del que se puede presuponer que fue un verdadero Iniciado, abandonó el camino marcado por su filosofía, basada en la Razón... Luego: ¿Dejó ese camino por ser incomprensible o incompatible con su pensamiento? Por lo que somos todos los días, en tanto que individuos enfrentados a una sociedad, en la que estamos obligados a realizar una serie de cosas que llamamos «comunes», ¿tenemos la obligación de buscar la interiorización, el trabajo individual? Por todo lo que nos ha relatado la nieta de nuestro pasado Gran Hierofante, Robert AMBELAIN, cabe preguntarse lo siguiente: ¿AMBELAIN tuvo por objetivo, al principio de su camino, ser un individuo dentro de la sociedad? Yo no lo creo. No son las opciones individuales las que, en un momento determinado, generan «una Fuerza que puede traducirse en una Acción». Podemos decir que de estas Acciones, la más importe, lo sabemos muy bien, es aquella a la que todos estamos condenados, al someternos a esta vía terrestre; y es la que nos hace partir hacia el Otro Lado.

Así, cuando vi a Gérard KLOPPEL, Michel GAUDART de SOULAGES estaba presente; por lo que nos dedicó a ambos algunas palabras, cuyo significado no comprendimos en aquel momento. Él dijo:

«Hay que irse». Por supuesto, esto puede deslizarse en una conversación ordinaria; pero, estando dirigida a nosotros, y con aquella entonación, nos pareció que aquellas tres palabras adquirían un sentido muy particular. Me es difícil de explicar; pero, con el tiempo, pude reflexionar sobre ello, y creo haberlo entendido. Como suele suceder, se entienden las cosas en el momento; pero sólo después, con el paso del tiempo, se comprenden.

En un encuentro posterior, en París, tuve ocasión de decir a Michel GAUDART: «Hay un mensaje en aquello que nos dijo Gérard KLOPPEL». Su muerte llegó poco tiempo después; pero tuvimos ocasión de verle durante el mes que precedió a su partida. Curiosamente, tampoco estábamos muy lejos de Châteaurenard cuando sucedió el accidente que lo arrebató de todos nosotros.

Para terminar esta breve reseña, que no es más que un testimonio de corazón, no quiero deciros nada más que «aquello que debe ser el fin masónico o iniciático». Sólo puedo transmitiros que a este tipo de hombres, como AMBELAIN, como KLOPPEL y otros como ellos, pasados, presentes o futuros; a estos hombres que son capaces de dedicar toda su vida a eso que debe ser lo esencial de la existencia del Hombre -sin la Espiritualidad no somos nada-, y que son capaces de ofrecer todo su esfuerzo, desinteresadamente, y de sacrificarlo todo por esto, su vida, su familia -esto es lo que le sucedió a KLOPPEL-; a estos «Hombres Guía», es a quienes debo reconocer no sólo un cierto talento para unir, una fuerza interior, un vigor físico mínimo, sino también un generoso y enorme corazón.

Agradezco a Michel GAUDART de SOULAGES por haberme concedido estos minutos. En ningún caso, he querido hacer un texto académico y descriptivo; sino que he pretendido tratar sobre lo que representa el Gran Hierofante para nuestro Rito, pues, para mí, en cierto modo, somos todos ellos al mismo tiempo. En cualquier parte y en todo momento, llevamos a los Grandes Hierofantes en nuestra mente. He dicho.

Comentarios de Michel GAUDART de SOULAGES

Agradezco a Patrick FAURE este testimonio, en el que, a propósito de mi amigo Gérard, ha dejado hablar a su corazón. Este Simposio, como os dije esta mañana, ha sido organizado en su memoria. Desgraciadamente, se marchó más rápido de lo previsto; y su muerte brutal, ha acelerado los acontecimientos. Pero como él ya no está aquí, nos corresponde a nosotros el continuar. Creo que la Vía Cardíaca es tan importante como la Vía del Espíritu, y que el Amor sólo puede vencer; tal como me recuerda mi propia Divisa. Por eso, digo: «OMNIA VINCIT AMOR» («El Amor siempre triunfa»).

GÉRARD KLOPPEL: MIS RECUERDOS

Witold ZANIEWICKI

En 1978, conocí a Gérard KLOPPEL, con ocasión de los exámenes universitarios. En aquel tiempo, todavía era militar; por lo que nuestros primeros intercambios se refirieron a la Guerra de Argelia, donde KLOPPEL estuvo destinado como oficial de transmisiones.

Después, participamos en el Grupo Didaskale (Maestro), que tenía por finalidad el estudio de la Cábala cristiana. Luego, le seguí en el Martinismo. Si el padre KNIETZEFF era mi Director Espiritual, Gérard fue mi Iniciador y Guía Operativo.

Su maestría en los trabajos de los Elegidos Cohen (Élus-Coën) y su conocimiento de las Órdenes de Caballería, nos animaron a constituir dos Triángulos activos. El primero, con Richard GAILLARD; el segundo, con Max DUVAL, con quien creamos el Gran Priorato Martinista.

Su riguroso origen protestante tuvo su exasperante contrapunto en mi lúdica ortodoxia eslava y en mis contactos ocasionales con el Budismo y el Islam; pero, con la sonrisa, siempre superaba todo aquello.

En 1993, nos consagramos a la ayuda de los parados de larga duración; es así como Gérard creó una asociación que colaboraba con la ANPE (Agencia Nacional para el Empleo) de París.

Tuve la ocasión de vivir un mes en su casa; tiempo en el que disfrutamos de largas tardes para el estudio, ya fuera teórico u operativo. Un día, me concedió una alegría, en recuerdo de su padre, al cocinar un almuerzo tal como le gustaba a aquel... Fue una deliciosa y exquisita Alquimia.

A menudo, le gustaba remontar el Valle del Rhône (Ródano), dirigiéndose hacia los lugares más atractivos a sus ojos; por ejemplo: Aviñón. Pero nuestros caminos se separaron..., y permanecí anclado a la orilla del Saône (Saona), el principal afluente del Rhône.

Masonería Egipcia en Colombia 
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